(Sigue en nuestro blog la Historia del Bolso)
Los imperios de occidente (Británico; Español; Portugués; Francés, entre otros) marcados por las monarquías absolutas, emplean prendas que dan un vuelco a la forma de vestir conocida hasta entonces.
En el siglo XV, los vestidos masculinos se cortaron y las calzas se alargaron. Comenzaron a llevar una toga, que se modifico hasta convertirse en una especie de corpiño abierto a los costados. Más tarde, se transformó en una casaca abierta por delante. La ropa, de vivos colores, se combinaban con pieles.
En un magnífico oleo de pintor desconocido en el que aparece la familia del rey de Inglaterra Enrique VIII con su tercera esposa Juana Seymour y el hijo de ambos, el príncipe Eduardo, además de sus hijas María e Isabel, hay un personaje a la izquierda del cuadro, probablemente un bufón de la corte, que lleva prendido al cinto un tipo de bolso muy común de la época.
Las mujeres llevaban el monedero colgado de una cadena, cinta o correa y un gancho llamado chatelain, del que pendían varias cadenillas y de las que se colgaban diversos utensilios como llaves, tijeras, navajas o cuchillos, materiales para costura y otros. Este instrumento que apareció por primera vez en el siglo XVIII, se convirtió en una moda en el siglo siguiente y llegó hasta principios del siglo XX, en que se impuso el bolso de mano.
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