martes, 7 de junio de 2016

El bolso y la personalidad

El analista social Kathryn Eisman clasifica distintos arquetipos femeninos en función del bolso que utilizan. El maestro de la psiquiatría Freud, consideraba los bolsos y también los zapatos, símbolos genuinos de la sexualidad femenina, pero no estaba solo Jean Claude Kaufmann, director del Centro Nacional de Sociología francés, en el libro Le Sac (2011) habla, entre otras cuestiones relacionadas con el complemento, que la historia de la emancipación de las mujeres se produce a partir los cambios que ha experimentado el bolso y el calzado.

 Un estudio realizado en Inglaterra hace algunos años daba como resultado que de media, las mujeres poseen 19 modelos distintos de bolsos, según el estudio global realizado por la consultora británica Diamond.

Y de acuerdo con el análisis anual realizado por Bain&Co., bolsos y zapatos ocupan un 28% de la cuota de mercado, por encima de la ropa, de los relojes y de los automóviles. Cuando se trata de ellos, no apelamos al capricho, sino a la inversión. Incluso se habla de coleccionismo y de adicción. «Para muchas mujeres no son meros accesorios, son objetos de culto», afirman Sara Lago y Ana Iriberri personal shoppers y directoras de la agencia Tu Asesor de Imagen. «Un buen bolso es costoso, pero se puede utilizar todos los días. Con la ropa no puedes hacerlo», añaden. Suzanne Ferris, profesora universitaria y autora del volumen histórico Footnotes: on shoes, considera que nos gastamos el dinero en ellos porque «no podemos mirar la blusa que llevamos puesta, pero sí admirar a cada minuto la belleza de nuestros zapatos y bolsos. Y eso refuerza nuestra autoestima».

Eleanor Roosevelt acudía a las recepciones de Estado con una enorme bolsa de cuero negro, inusual para una primera dama, de la que se esperaba por entonces que llevara accesorios pequeños y lujosos. Su apariencia llevó a la periodista Anita Daniels a escribir en The New York Times un ensayo titulado Bagology (en español, Bolsología). «Muchos psicólogos creen que el modo en el que una mujer lo lleva delata muchos rasgos de su personalidad. De la generosidad al egoísmo, la confianza en sí misma o la inseguridad», contaba. Y añadía: «El hecho de que la señora Roosevelt utilice uno tan grande y austero me hace pensar que ser la mujer de presidente es, actualmente, un trabajo a tiempo completo como otro cualquiera».

 Coco Chanel ideó en los años 50 el 2.55, de asa larga, para que las mujeres, cada vez más activas, pudieran llevarlo en bandolera o a la altura de la cadera. Los años 60 vieron el nacimiento de los totes, un modelo de gran tamaño que se cuelga del hombro y que respondía a las ansias de inconformismo de las jóvenes, las nuevas protagonistas de la moda. Y el Birkin de Hermès nació cuando la actriz Jane Birkin le contó al propietario de la marca la necesidad de llevar un bolso de gran tamaño que pudiera colocarse de cualquier forma sin que se cayera su contenido.

 «El bolso se considera una parte privada de la mujer, prácticamente un espacio donde las manos del hombre no son bienvenidas. Por eso está cargado de simbolismo», según Eva Maldonado, psicóloga clínica.
* http://smoda.elpais.com/moda/la-psicologia-de-los-accesorios/

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